La ausencia del pulgar afecta enormemente a la función de la mano.
Cuando, por un traumatismo, se pierde la totalidad del dedo pulgar, lo ideal es la reimplantación del propio dedo, intentando restaurar así la función y la apariencia.
Si esto falla o no es posible, se recrea lo más parecido a un dedo pulgar. Esto se realiza normalmente con la pulgarización de otro dedo (suele ser el índice) o con la transferencia microquirúrgica de un dedo del pie.